lunes, 25 de junio de 2012

Años de carencia



Salió de casa con tan sólo dieciocho años, había conocido a una chica de un pueblo cercano y se volvió loco por ella. La chica era más despierta de lo que correspondía a su edad, tenía 15 años muy espabilados cuando llegó a la ciudad para ayudar a su hermana mayor con los niños, y de  paso labrarse un futuro más urbano cazando a alguien que la mantuviera, ese era su objetivo más claro.

El muchacho dejó de entregar el sueldo en casa, todo era poco para Teresa, las salidas eran casi diarias, cine, copas, comidas, bailes...moreno y bien parecido quiso vestir con traje y corbata, vivir a su aire olvidando que tenía cuatro hermanos pequeños que su padre sacaba adelante con bastantes penurias, pero él se volvió medio tarumba por la chica de pueblo y no veía nada más allá de sus narices. Hubo un ultimátum: aquí tienes que ayudar o ya sabes lo que hay, le increpó su padre, porque además de no colaborar en casa, el chico pretendía comer y vivir como un rey sin aportar ni una peseta a la economía familiar, su dinero era para hacer feliz a Tere, la niña por edad, pero " la lagarta" según la abuela, que tenía sus planes bien preconcebidos.

Era allá por el año 1972, los chicos que trabajan, entregaban el dinero en casa y el padre corría con todos los gatos de alimentación, ropa y todo lo que necesitaran, era la costumbre y así se hizo generación tras generación, pero la chica de 15 años con minifalda exagerada, con unos pendientes imposibles, adornada como un árbol de navidad y llamativa hasta dejárselo de sobra, rompió todas las normas  y todos los esquemas con un solo chasquido de sus dedos, y como pueden  más dos tetas que dos carretas, un buen día el chico cogió su ropa, su maquinilla de afeitar, sus tebeos del Capitán Trueno y Roberto Alcázar y Pedrín, y salió por la puerta creyéndose mayor y autosuficiente. Ella sin embargo  nunca jugó con muñecas. Comenzaron una vida juntos y la cosa salió bien, porque todavía siguen juntos, él trabajando como un burro, ella sin dar nunca un palo al agua ni en época de vacas flacas, era parte de su plan y funcionó, aunque en los ojos de él se nota el cansancio y una cierta tristeza de no haber vivido nada más que para el trabajo. Cuando se marchó dando un portazo, dejó en aquellos padres una pena inmensa que en mayor medida su madre acarreó dos largos años, las lágrimas eran diarias, porque el recuerdo de su hijo mayor le dolía, se preguntaba que había hecho mal día sí y día también. Un día llegó a la casa el cura del barrio para hablar con el padre, quería pedirle permiso en nombre de su hijo para casarle, porque la mayoría de edad en aquella época era a los 21 años. El padre del chico se negó, pero lo casaron igualmente. La iglesia siempre haciendo su santa voluntad con o sin permiso.



Nada hicieron mal, el padre que trabajaba de sol a sol como un burro, y la madre cocinaba bien los potajes, las croquetas le salían de lujo, lavaba la ropa de todos a mano, mecíó cunas y cantó nanas, cosió ropa con hilo de luna...nada hizo mal, pero sus noches se convirtieron en pesadillas mojadas por el llanto.
Un día, cuando nació su primera nieta, llegó la catarsis, su hijo fue a verla, y todo lo que había ocurrido "casi se olvidó", la niña llegó como una esperanza nueva para calmar tanto dolor, la casa se inundó de ese aroma de los niños chicos, olor a colonia Nenuco que perfumaba los corazones de los mayores y suavizaba los dolores.

Siempre me he preguntado, si todo acaba bien, si al final todo se recompone, ¿para qué sirvieron los años de carencia?  los seres humanos somos tan estúpidamente inconscientes, que hacemos daño gratuitamente en nombre de un concepto llamado orgullo, que todavía no sé para que sirve.


(Foto del ya desaparecido cine "Asuán" de Jaén).

jueves, 21 de junio de 2012

Doce acentos


Confírmame lo que tus ojos esquivos me dicen y tratan de ocultar cada vez que me miras.

Ratifícame que los latidos violentos de mi corazón son normales delante de ti.

Asegúrame que en la soledad de la noche no puedo oírte.

Embelésame con tu olor y tu presencia que lo inundan todo cuando llegas.

Sedúceme con tu cuerpo y su historia, solo dejándolo actuar.

Cortéjame con palabras quedas, que no se contradigan con tus silencios.

Recuéstame en tu piel vivida, y deja que me confíe y me duerma.

Cautívame con tu sonrisa, que todo el mundo conoce, pero que yo anhelo para mí.

Acaríciame con rubor suave, para que me sienta protegido en tu nido.

Aclárame si la línea del horizonte es la que une nuestras dos casas, y si podemos caminar por ella para encontrarnos.

Explícame si al final de nuestro verano, cuando ya se apagan los calores, no es muy tarde para prender nuestra yesca agostada.

Ámame amor, porque no hay otra palabra para expresar lo que te doy y con lo que sueño.


Fabián Madrid

domingo, 17 de junio de 2012

La Loli


La Loli.

El quiosco de Pepe es el lugar donde confluye todo el barrio, porque  los clientes aprovechando que van a comprar el periódico o el tabaco, le suelen hacer alguna que otra pregunta sobre leyes, ya que Pepe es abogado y gustoso les informa y aconseja sobre lo que les preocupa a cambio de unas cervecillas y unas tapas en "el quitahambre". Entre el quiosco y el bar regentado por Matías, un tipo calvo y barrigón, transcurre la vida de los vecinos.
El letrado pensó en abrir un despacho matrimonialista, pero con la crisis que tenemos encima, las parejas prefieren seguir tirándose los platos a la cabeza,  porque parece que les sale más barato ir comprando vajillas en el Carrefour que firmar unos papeles que les cuestan un ojo de la cara a cada uno de los cónyuges.

Pepe es el primero que abre el chiringuito casi al amanecer, justo cuando llega "La Loli", despintada ya del trasiego nocturno, cansada y triste como una muñeca rota a cambio de unos pocos billetes en el bolsillo. Ella trabaja en el mundo de la noche y no se plantea si está bien o mal, porque su estómago no sabe de decencias.


Saluda al quiosquero-abogado y compra chicles de menta, intercambian unas palabras, una sonrisa, y se dirige al bar a desayunar la media tostada de mantequilla y el cola-cao  que cada día le prepara Matías sin cobrarle ni una chica, le ha cogido cariño y quiere ayudarla en lo que pueda.
Después la Loli se va a la cama, esta vez sola a dormir para recuperar energías. Cuando llegó al barrio todos la miraban con recelo y de reojo, cuchicheaban las marujas a su paso, "es puta", y hoy un año  después sigue siendo puta, una puta casi niña que malvive en este mundo que le dejaron en herencia y que no sabe que hacer en él. Poco a poco se fue ganando el aprecio de sus vecinos y ahora es una más entre ellos, saben de sus circunstancias y se han solidarizado con ella.
¿Cómo va el trabajo Loli? le suelen preguntar, regular tirando a mal, porque primero hay que comer y un polvo puede esperar, el hambre no, esta noche sólo 40 euros.

Lucas el pescadero es otro habitual del quiosco, todos los días compra un fortuna y el País, comentan alguna noticia sobre la crisis, hablan de fútbol...bueno Pepe, a ver como se nos da el día que la cosa está más negra que el sobaco de un mono. Y así van pasando los clientes casi de uno en uno, la abuela que le compra chuches a sus nietos, la señora que colecciona las revistillas de punto de cruz...
El barrio, el parque y la arboleda donde las mamás llevan a los niños por la tarde, los comercios, son testigos mudos del devenir de todas las personas que allí viven y de sus latidos, un barrio como todos los barrios, testigo mudo también de la lucha individual de cada uno, escenificada en un marco cotidiano donde los dolores se unifican por el cariño para que resulten más llevaderos.

Ante tanta normalidad, los días se suceden con la sensación de que nada puede cambiar, pero a veces la vida nos da sorpresas buenas o malas para que salgamos de la rutina y de la aburrida línea recta.
Esta mañana al llegar la Loli a su portal después de comprar los chicles de menta y meterse entre pecho y espalda la tostada y el cola-cao en "el quitahambre", se encuentra de sopetón con una mujer morena que la mira fijamente. Aparenta alrededor de cuarenta años, pero es como un espejo donde se ve a sí misma.
Sin poder articular palabra, se traga el chicle y los ojos se le inundan de lágrimas.

Foto: Ana C. Desde el balcón de "nocheinfinita".

jueves, 7 de junio de 2012

ESTE JUEVES UN RELATO: Relato Encadenado (El final de la historia)





Fueron tantos años entregada a ellos que en su piel llevaba gravada cada injusticia cometida por este grupo de infames.
La sociedad estaba compuesta por altos financieros, políticos corruptos, personajes de una nobleza en decadencia y sicarios, tantos como el dinero podía comprar.
Ella tenía una lista con los nombres de  los bastardos envidos a vivir entre el pueblo llano. El efecto dominó sucedería con solo decir un nombre.
FIN

(De la mano de Leonor, se toma el relevo, poniendo punto final a una historia escrita por muchas manos. Corazones ilusionados en esta cadena humana.
SOMOS JUEVEROS...)

Gracias al grupo  Café de palabras, por prestarnos su casa para  publicar este jueves.

martes, 5 de junio de 2012

Y vas leyendo


Y vas leyendo

Vas leyendo los indicadores, preguntando. No te enteras si es la primera a la derecha o todo recto hasta el callejón.
Mira, por ahí viene una mujer que parece del barrio.
— ¡Señora, para el mirador de San Nicolás!
—Sorry…
—Pues parecía del barrio.

Mientras, rincones, pastelerías donde comimos santillines sin masticar. Tabernas para diluir el azúcar, no teníamos que pasar; necesario era, detalles del camino que prepara.

Llegamos. Compás flamenco, transverberación que hiere con un quejío de desengaño. Guitarra que suena a constantes chorrillos de agua, gente que la escucha y se va al baño.

Luna que reina en solitario, descalza para no hacer ruido. Gitana de ojos orientales, moña de jazmines entre sus… Veletas.
Así te vi
Así te entendí
Así te querí (quise decir) yo.
Iba avisao,
Que sabía que podía pasar,
Versos del que la escritura tiene la llave.

A un lao, la Alhambra. Al otro, el Generalife, vestío todavía de cante grande, con los colores de la chaquetilla de un torero que siempre le queda chica.

Si alzaba la barbilla, resplandor de luna, beso abierto para que lo tomes con cucharilla, la misma que un día voló por el café. Y hoy, con ella…

¡Ay, Darro!, qué tienen tus aguas sino el  mismísimo Viva Poruk, que cura las congestiones del alma.

Es madrugá y en mis sueños te ví, ya lo dijo Almutamid. Imágenes que guardan la esencia del detalle, oculto.

Hay que elegir, quedarnos escuchando a Camarón, o bajar a Plaza Nueva a por helao de turrón. Y como hace calor, vamos a por el turrón, a por gin tonic fresquitos, a  que seguir. Si la noche es para dormir.

¡Ay, Graná, que bien te cuidó tu Alhamar!

viernes, 1 de junio de 2012

Cinco Vecinos (de nuestro taller)


En el edificio eran solo cinco vecinos, pero apenas se trataban; así que esa tarde, cuando llego la carta del ayuntamiento comunicándoles la tala del árbol, se reunieron un poco de mala gana.

            Una vez echas las presentaciones comenzaron a hablar.

            Regina, la decoradora del 1º A, comenta que la decisión ya está tomada. Es una obra de Ornato público; que va a dejar a la vista la fachada de un edificio histórico. Para Pedro, el filósofo que vive en el sótano, el árbol estaba antes que el edificio, y por tanto tiene derecho a seguir donde está. Mientras discuten, Juan, un poeta pobre que vive en la buhardilla, se dedica a observar a María, su vecina actriz, y así, en su ensueño primaveral, no presta atención a la reunión. Alfredo vive en el 1º B, es psiquiatra y quiere que quiten el árbol, así se podría instalar una rampa para que su madre, ya anciana, entre más cómodamente al edificio. María está indecisa, por un lado cree, con Pedro, que el árbol estaba antes que la casa, y no hay por que cortarlo; pero por otra parte, si lo talan, entraría más luz a su planta, por lo que deja a Juan que decida por los dos; los vecinos vuelven la vista al poeta que está en Babia.

            Juan tiene que decidir con su voto, no sabe si quiere que corten el árbol o no, a él le da igual, aunque, bien pensado, el árbol podía ser la metáfora de su nuevo poema; “Amor que andas por las ramas”.  Se instala el silencio, Regina está incómoda, no le gusta someter su voluntad a la de nadie, y menos a la de Pedro, el Filósofo Bohemio, como lo llama, reconoce ciertas afinidades y eso le inquieta; ambos están solos (viudo y divorciada), pero mientras Pedro se refugia en sus dos hijos ya emancipados, ella lo hace en el alcohol.

El árbol escucha; en la copa, las hojas esconden lo sollozos de la noche anterior. Alguien se acerca, dos seres necesitados de calor y consuelo se dejan hacer hasta que la tormenta se deshace en agua; entonces, lentamente, se conducen hasta el portal; algo púdico e inexplicable no les dejó reconocerse. 

Una voz impaciente rompe el ensueño del poeta. ¿Y bien Juan?