jueves, 16 de mayo de 2013

Oro


Cuando  no podemos más, todas las puertas se cierran.  Y cerradas siguen hasta que no las necesites. Entonces de par en par, ofrecen con insistencia lo que ya, da igual.

Matrimonio de enamoraos, dos hijos, sacando de la chistera de la vida las migajas que… , para ellos ni eso.

Vienen noticias. Oro para todos y para toda la vida. Sólo hace falta un poco de suerte.

Cómo no cambiar esta vida sin futuro, doloría. Y buscar otra, que no  rompa el alma cada día, ver a los  niños sin na. Casi encueros.

Cualquier cosa parece mejor. En poco tiempo se convencen unos a otros. Con miedo dejan “todo” porque otros ya lo hicieron. El hambre, lobo contumaz, rondando siempre a los mismos.

Las nubes que vienen del Aurun, han visto cómo se apagan las ilusiones, las vidas, las esperanzas. Si pudieran hablar desde su perspectiva, detendrían  la caravana y lloviendo, llorando agarrarían las palabras más dolorosas para gritar que están  muriendo de frío, de calor, humillados, de pena, de miedo, de dolor,  de angustia.

Cuando uno vive así, la vida se escapa en mayor proporción de lo que correspondería.

Ya están en el Dorado. Ya no pueden más. Tampoco volver atrás. Ellos se esconden y lloran abrazados.  Dos niños juegan, sus risas los hacen dioses felices.

Pasa un hombre, pasa cerca. La esperanza de la humanidad. Anda despacio, el sombrero calado oculta qué mira. Al hombro lleva unas alforjas de doble bolsillo. Lleva allí diez años removiendo tierras, lodos, aguas.

Esta mañana encontró lo que todos buscan. Lo encontró en abundancia.

Va dejando atrás aquella miseria, soñando. Pero no pierde de vista el juego de los niños.

Los llama, vienen corriendo, sin miedo. Les dá a cada uno el  tesoro oculto en trapos viejos de lo que podría haber sido, no sé, desde aquí parece una  camisa. Y les dice: ¡corred a vuestros padres!. ¡No os paréis hasta llegar! Nunca los había visto antes. Ya se iba.

En ese instante, muy lejos de allí, en un pueblo andaluz, se escucha una Toná:

Veinticinco calabozos tiene la cárcel de Utrera, veinticuatro llevo andaos, el más oscuro me queda…

 

lunes, 13 de mayo de 2013

¡ No tenía toalla!


Bocadillo de queso en aceite de oliva. Tarro de aceitunas aliñás. Cerveza de litro muy fría en bolsa isotérmica, manzana reineta y… La Ciudad de las Damas de Cristina de Pisán. Es lunes, son las diez de la mañana. Me voy al campo.

Dejaré  la protección de las seguridades que nos vamos creando. La lucha se hace  a cielo abierto, buscando  nuestro sueño, desengaño que atormenta, Semíramis entre los bosques.

En mi libreta leo “escribir hincha el corazón de felicidad”.  Sara.

Por eso si es preciso se emborronan  dos folios sueltos, que la cosa no da para más.

El día se fue como un peregrino, por el horizonte, sin prisas, dejando sólo lo que no se podía llevar.

Estaba dispuesto a buscar el no sé qué,  ¿ qué ?, no sé…  un desayuno en América?.

Un día de estos tendríamos que ir a la Tierra de los Pájaros Pintados y darle un beso a Gaby.

No puedo olvidar, fue inmensidad, danza, mercado de especias,  jardín de rosas, caricia que sólo se apunta, movimiento de una lágrima que anda sola, amor que se oculta.

Ya es noche, ya lo sé. Ya me voy. Luna que abrazas mi alma entre los olivares, suéltame. Mira que tengo que escribir.

Primavera nocturna, desnuda entre las aguas de un río  flamenco; dejas tu baño y sales, alga verde de terciopelo, cinta para tu frente,  cabello largo, … andar seguro, pero no tienes toalla. ¡Qué barbaridad como está la primavera!

Escribo, es tarde, antes de dormir me hago un café. El ordenador tiene calor. Ya en la cama, me levanto. Me asomo  por la ventana  y mirando a la estrella que más luce le pregunto a quién convenceré para que lea lo que tejo y destejo, escribo y describo cada día.  Firmado Lorenzo de Silva.

Mañana, como siempre que escribe, hará  fotocopias,  y las dejará en los buzones, como el que reparte los folletos del Carrefour, él deja sus folios.

Es una intuición, quizás alguien antes de tirarlo a la basura, lo dejará por ahí, y empiece a leer aunque sólo sea el primer párrafo...

Este es mi sueño y nadie tiene que creerme, sólo leerme. Siempre agradecido , Lorenzo de Silva.

 

jueves, 9 de mayo de 2013

Corazón contento


 -        ¡ Tirillas, que eres un tirillas!

Fue lo que le disparó el del coche amarillo, con una mirada de radiografía amenazante; ¡respire… no respire!. Y como  respires  cuando no debes le doy al botón rojo.

Nuestro protagonista no quería ni mirar.  Sólo se había cambiado de carril. Lábil, lábil no era. Ni conduciendo, ni pensando, ni viviendo. Es lo que tiene a veces ser Libra. Pero era feliz,  siempre menos de lo que soñaba que llegaría a ser.  

En el oleaje están las mejores burbujas rubias que puedes respirar. Es ahí cuando un torrente chispeante de sal yodada  sube la tensión, inoculando ansias de ser ...  fosas nasales libres, sin barreras, sin peaje. Aire  mezclado con   ilusión solar, y la piel con restos de todos los naufragios que en los mares han sido.

No era malote, ni zalamero, era eso, un náufrago, hartico de comer coco. Cuántas veces se había hundido. No me rindo. Cansino.

En cualquier isla desierta que lo acogiera, a la hora de merendar,  encontraba los ochíos de ajonjolí del horno de Manolico.  Y en ese mismo callejón,  refugiados como dos sombras, su primer beso envuelto en aromas de magdalenas con raspadura de limón.

Más que beso fue breva. Breve, la verdad. Pero  suficiente para sentir todo lo que aquí sabéis que pasa. Aquélla fue de crema.

Cuando la vida zarandee  busca aquél rincón.  Allí estaré yo, cantando un fandango por soleá  :

 

Querencia, querencia,

 por tu amor tengo querencia

si no te acercas a mi vía

yo ya he perdido la paciencia

porque no puedo sentirte mía….

 ♫ ¡¡¡Ay, Ay, Ay!!!

 

 

miércoles, 1 de mayo de 2013

Un dolor emocional


Siempre perseguimos un sueño cuando escribimos… y cuando no, ¿qué hacemos?. Como novios encandilados por la fragancia del clavel; cante, patios cordobeses de humildes tiestos repintados; rojos, verdes, blancos, llenos de poesía.
Pétalos de aire que se pavonean ebrios de aguardiente y embrujo; quédate toda la noche.  Deja que la aurora se haga  la remolona mientras un beso graba la fugacidad del instante;  pena que nos avisa, ya somos jueves.

Volveremos a eso que siempre falta, lo que da no sé qué, lo que hace saltar sin miedos. Mirarse y encandilar al universo … Somos  capaces de atormentarnos por una mirada de pasión y entregarse por lo que nadie apostaría. Y si caemos malheridos buscaremos en el trino del ruiseñor el olvido, refugio para el corazón.

Puertas que siempre estáis por abrir. Colores que no èxisten… todavía. Besos que soñé y no te pude dar. Miedos que no me dejaron vivir.

Buscad  el aire del sur, veleta emocional; cuando elijamos el camino será porque  ya tenemos el mal de amores. El mejor. Estamos perdíos.

Más dolores emocionales en casa de Lucía