miércoles, 23 de enero de 2013

Qué clase de magia


Ella llegó antes, respiró todos los recuerdos de una vez, tantos,  que tosió. El balanceo de los chopos, las conversaciones que allí tuvieron, las rosetas que a puñados cogían de una bolsa grande, la sal entre los dedos, la lumbre de San Antón, el deseo escrito: “que me quieras como hoy ...”,  las mejillas encendidas, la mirada con el brillo de la hoguera y por fin, entre ascuas, un beso.

Qué clase de magia es el pasado para presentarse así. Qué tinta imposible fue la que escribió cada gesto de tu alma, ansias de comprender, lo que aquella mirada  mira, con la música de fondo que sólo es posible escuchar estando cerca del instante en que siempre, todo comienza.

Cuando estemos perdidos en las palabras que no se escribieron, en los deseos  que se escaparon con el aire sin decir siquiera si volverían a cenar, no dudemos. Hemos de ir.

No sé lo que tendrá la vida cuando es capaz de inventar paraísos que caben en una aceituna, en una caricia, en unas risas. Ahora que hace frío, me refugio en el fracaso, allí nadie suele buscar. Estaré pensándote sin importarme la colonia que uses. No me hago la idea de que al mundo le faltara tu forma de pensar, ni tu blusa azul. Mía será la culpa, si los pimientos rojos se quemaran en el horno.

Sabía que en un cuarto creciente… de sueños; en una muralla… de besos, se encontrarían los que  hace mil años fueron amantes, desde hace justo ahora media eternidad.

Siempre habrá una Luna flamenca, sentada al borde del agua de la fuente donde mana el vino dulce de Málaga, entonces comiendo magdalenas de canela, se escuchará una toná de las que pueden hacer cambiar el pensamiento más íntimo de una vida; al final hay palabras que sólo se pueden cantar… con tu voz.

2 comentarios:

Sara dijo...

Me encanta.

cristóbal_encinas dijo...

José Miguel:Sencillamente formidable, nostágico y bien escrito.
Así se hace. ...en esa noche de San Antón.
Cristóbal