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viernes, 27 de julio de 2012

Recuerdos en torno al galán de noche


¡¡Hola a todos!! Siento mucho no haber podido asistir a la última reunión de nuestro Café de Palabras. Aquí os dejo el texto que tenía preparado para la ocasión. Muchos besos para todos. ¡Nos vemos! :)

¡Ay que olor más rico! Pasar por aquí y percibir este dulce aroma me da paz, sosiego y tranquilidad. Vienen a mi memoria gratos recuerdos de la infancia. Esas interminables noches de verano jugando en la calle, charlando con los vecinos y escuchando los cuentos de la abuela Luisa, que tenía tantos nietos como niños se juntaban a su alrededor.
            Vuelvo a inspirar con fuerza. Han pasado los años y el olor permanece. Una planta es la culpable de esta sensación de bienestar. De nombre Galán y de apellido Noche, perfuma un bello rincón lleno de macetas custodiado por una larga escalinata. Los peldaños culminan junto a un pequeño pilar cuyo ruido contribuye a la creación de un relajado ambiente.
            Me detengo y disfruto del entorno acompañada por el silencio de la noche y las encaladas paredes. Pasados unos minutos bajo para escuchar el ruido del agua y beber un poco. Por más veces que pase por este lugar, nunca me canso de observarlo. ¡Esto es vida! Pienso mientras sigo percibiendo el rico aroma del galán de noche.

lunes, 19 de marzo de 2012

Encuentros literarios

Me gustan nuestras reuniones mensuales del Taller de Narrativa. Los compañeros juntos, reunidos entorno a una mesa con varios cafés, alguna que otra libreta y nuestros escritos, esos que con tanto esmero y cuidado preparamos para la ocasión.
¿Quién nos iba a decir cuando empezamos el curso, allá por el mes de septiembre, que terminaríamos reuniéndonos cada treinta días al finalizar éste? Entonces creo que casi ninguno teníamos muy claro lo que nos íbamos a encontrar allí. No sabíamos cómo serían las clases, tampoco conocíamos a los profesores ni al resto de los alumnos. Todo era nuevo, al menos para mí, y al final terminé llevándome una grata sorpresa. Fueron meses en los que aprendimos bastante, especialmente unos de otros, algo que me llamó la atención desde el principio y que agradezco enormemente.
Somos tan diferentes  y a la vez tan parecidos… Y es que a todos nos une una misma afición, una motivación que nos incita a escribir, a redactar textos para después compartirlos con el grupo. Cada uno tiene su propio estilo, esa forma de escribir que le caracteriza y diferencia de los demás, que hace que, aunque todos escribamos sobre un mismo tema, los resultados finales sean bien distintos. Creo que esto es algo que nos enriquece y que nos ayuda a conocer diferentes puntos de vista sobre un asunto, en definitiva, distintas maneras de ver y entender la realidad.
Recuerdo que al inicio del taller Isabel nos comentó que todos llevamos sobre los hombros  una mochila cargada de vivencias, experiencias que nos influyen a lo largo de nuestra existencia y que, del mismo modo, se reflejan a la hora de escribir. La familia, los amigos, las alegrías y los fracasos experimentados, nuestra preparación o falta de ella… Son aspectos que, consciente o inconscientemente, dejamos entrever en nuestros textos, que se reflejan con nuestras palabras aun sin haberles dado permiso para ello.
Es por todo esto por lo que pienso que, a pesar de conocernos desde hace poco tiempo, cada vez vamos sabiendo más los unos de los otros y nos entendemos mejor. Además, nuestras reuniones van más allá de la narrativa, puesto que terminamos hablando de los temas más diversos y nunca faltan nuestras risas y ocurrencias. Durante un par de horas, que por cierto se pasan volando, nos sumergimos en la literatura. Es curioso comprobar la expectación que se genera entorno a cada uno de nuestros textos, muchos de ellos con finales sorprendentes, y también la forma de leer de cada uno de nosotros.
No quiero extenderme más, simplemente deciros que me alegro mucho de haberos conocido y que nos vemos el miércoles. Por cierto, que espero que esta unión literaria perdure en el tiempo y que, pase lo que pase, no dejéis nunca de escribir, pues sabéis que tenéis talento de sobra, eso ya os lo digo yo. 

sábado, 10 de marzo de 2012

Viaje en el tiempo

Sabía que era un viaje sin retorno. Una vez que entrara por aquella puerta no habría vuelta atrás. Tenía billete de ida, pero no de vuelta. Pocos sabían a donde iba en realidad, de hecho, ni siquiera él estaba seguro de lo que encontraría por el camino, pero la curiosidad le podía y por eso decidió embarcarse en una inquietante aventura.
            Se despidió de sus familiares como si ese día nada fuera a cambiar, aunque él sabía perfectamente que no sería así, aquel instante marcaría el rumbo de su vida y ya nada volvería a ser lo mismo.
            Cuando llegó al edificio, de paredes transparentes y decoración minimalista, un  hombre de proporciones perfectas lo recibió con una gran montaña de papeles que debía leer y firmar. “Es la política de la empresa”, le dijo con voz seria y profunda.
            Al principio estaba solo en una fría habitación que se fue llenando conforme pasaban los minutos, unos minutos que a él se le hacía eternos. En ese momento ya no tenía reloj, la normativa se lo impedía, y no era capaz de adivinar el tiempo que llevaba allí. Tampoco le importaba mucho, lo único que quería era enterarse, por fin, de que le deparaba el futuro. Así lo prometía el anuncio que leyó en el periódico: “Participe en un ambicioso proyecto de investigación que le permitirá conocer el destino. Solo cuatro personas serán las elegidas. Total confidencialidad”.
            Cuando lo llamaron sintió como le temblaban las piernas y empezaron a sudarle las manos. “Siéntese ahí, espere y observe atentamente la pantalla”, escuchó por uno de los altavoces colgados en las esquinas del pequeño habitáculo. Entonces, todo se volvió negro y derepente comenzó una especie de película. El protagonista le resultaba familiar. Enseguida se dio cuenta de que era él con unos cincuenta años más. Estaba hablando con una anciana a la que no lograba reconocer que le contaba cosas sobre su pasado. Al parecer era su esposa y se habían conocido en un viaje que él hizo con sus amigos de la Universidad en el año 2017.
            Los dos iban muy arreglados y observó que se dirigían hacia una iglesia. ¡Eran sus bodas de oro! Se quedó anonadado, jamás pensó que tendría la suerte de encontrar una mujer con la que compartir más de cincuenta años de su vida. Pero eso no era todo, ¿habrían tenido hijos? Se preguntó. Enseguida salió de dudas al ver a una bella mujer que se acercaba acompañada por dos jóvenes. ¡Enhorabuena, papá! Le dijo mientras lo abrazaba. Después vio como también llegaban a felicitarle el chico y la chica que iban con su hija y que resultaron ser sus nietos.
            La curiosidad y la inquietud se apoderaron de él. ¡Tenía tantas cosas que preguntarles a todos! Quería saber cómo había transcurrido su existencia hasta el momento que reflejaba la película ambientada, por así decirlo, en el año 2070 y basada en hechos tan reales como que deseaba levantarse de la silla y atravesar la pantalla para conversar con su familia. No pudo, una especie de cortocircuito hizo que la retransmisión se parara justo en el momento más interesante. La luz se volvió a encender y escuchó por megafonía unas palabras que terminaron con sus esperanzas de conocer cómo continuaba la película de su vida. “Lo sentimos, pero se ha producido un fallo en el experimento y no puede volver al futuro, ahora debe regresar al presente y continuar su andadura hasta llegar de nuevo a 2070”.
            Se levantó un poco mareado, aturdido y confuso. Seguía siendo un joven de veinte años pero ahora tenía la ventaja o el inconveniente de conocer ciertas cosas sobre su futuro. Efectivamente, el viaje emprendido al leer aquel anuncio en la prensa lo había cambiado todo y ya nada volvería a ser lo mismo.