Cuando no podemos más, todas las puertas se
cierran. Y cerradas siguen hasta que no las
necesites. Entonces de par en par, ofrecen con insistencia lo que ya, da igual.
Matrimonio de enamoraos, dos
hijos, sacando de la chistera de la vida las migajas que… , para ellos ni eso.
Vienen noticias. Oro para todos y
para toda la vida. Sólo hace falta un poco de suerte.
Cómo no cambiar esta vida sin
futuro, doloría. Y buscar otra, que no rompa el alma cada día, ver a los niños sin na. Casi encueros.
Cualquier cosa parece mejor. En
poco tiempo se convencen unos a otros. Con miedo dejan “todo” porque otros ya
lo hicieron. El hambre, lobo contumaz, rondando siempre a los mismos.
Las nubes que vienen del Aurun,
han visto cómo se apagan las ilusiones, las vidas, las esperanzas. Si pudieran
hablar desde su perspectiva, detendrían
la caravana y lloviendo, llorando agarrarían las palabras más dolorosas para
gritar que están muriendo de frío, de
calor, humillados, de pena, de miedo, de dolor,
de angustia.
Cuando uno vive así, la vida se
escapa en mayor proporción de lo que correspondería.
Ya están en el Dorado. Ya no
pueden más. Tampoco volver atrás. Ellos se esconden y lloran abrazados. Dos niños juegan, sus risas los hacen dioses
felices.
Pasa un hombre, pasa cerca. La
esperanza de la humanidad. Anda despacio, el sombrero calado oculta qué mira.
Al hombro lleva unas alforjas de doble bolsillo. Lleva allí diez años
removiendo tierras, lodos, aguas.
Esta mañana encontró lo que todos
buscan. Lo encontró en abundancia.
Va dejando atrás aquella miseria,
soñando. Pero no pierde de vista el juego de los niños.
Los llama, vienen
corriendo, sin miedo. Les dá a cada uno el
tesoro oculto en trapos viejos de lo que podría haber sido, no sé, desde
aquí parece una camisa. Y les dice: ¡corred
a vuestros padres!. ¡No os paréis hasta llegar! Nunca los había visto antes. Ya
se iba.
En ese instante, muy
lejos de allí, en un pueblo andaluz, se escucha una Toná:
Veinticinco calabozos
tiene la cárcel de Utrera, veinticuatro llevo andaos, el más oscuro me queda…
15 comentarios:
Un cambio que renueva esperanzas, que luego se pierden ante la verdad de la nada. Menos mal que aparece ese hombre y les da a los niños un poco de esperanza.
Un abrazo.
La esperanza se va perdiendo si no se la alimenta, lo malo es cuando tiene el final de la copla andaluza.
Encontrar lo que se busca con ahínco, ya sea oro o felicidad... no siempre la meta implica lo deseado.
Un abrazo
Un golpe de fortuna, que cambiaría la vida y el futuro de aquellos niños, es lo que les dio aquel hombre anónimo y generoso. La vida, que a veces te da y a veces te quita.
Bss.
No todos somos capaces de dar sin pedir nada a cambio, buena lección Jose Miguel al compás de esa toná.
Un abrazo.
LO que nos hace avanzar es saber que hay gente buena,pero buena de verdad!
un abazo.
En busca de encontrar algo mejor, sueños, esperanzas que al final sólo se quedan en eso, en sueños y decepción.
Triste y bonito a la vez
Un abrazo
Buscan su particular El Dorado, la oportunidad de una vida mejor, un futuro para ellos y sus hijos, pero cuesta, se agotan las esperanzas y no llega. Esa segunda oportunidad encarnada en el anciano buscador de oro y su generosa dádiva, viene a simbolizar que nunca hay que perder las ilusiones, la utopía de un mundo más humano, mejor.
Posiblemente el calabozo 25, el más oscuro, no llegue a abrirse para ellos.
Un abrazo.
Uno se sujeta a las oportunidades que vengan, con tal de renovar la esperanza y darle otro tono a la vida... no siempre se logra.
Besos!
Gaby*
L gente buena a ritmo de copla. Eso es lo tuyo. Un abrazo.
ay, esa tonada!
y la esperanza, que siempre es esquiva!
tiene el relato el ritmo de tu pensamiento, asi es como lo "escuché".
un abrazo
La búsqueda de un futuro mejor impulsa a mucha gente a abandonar sus casas y su vida por un sueño. Besote
A modo de coplilla poéticamente escrita has desgranado la miseria y los juegos hasta que llegó, envuelta en pellejos de camisa, una esperanza generosa y bella.
Disculpa la tardanza, hasta ayer estaba mirando el sol verdadero de Nápoles. Besitos.
Me encanta, José Miguel!! :)
Me gusta este rincon intimo
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