Los Baños Arabes de Jaén volverán abrir al público este viernes, 16
meses después de su cierre por las obras de adecuación integral del
Centro Cultural Palacio de Villardompardo. Se podrán visitar con un
acceso provisional a la espera de la apertura de la totalidad del
edificio que los alberga, junto al Museo de Artes y Costumbres
Populares y el Internacional de Arte Naïf 'Manuel Moral'.
Noticia completa en Diario Jaén
A raíz de esta noticia que salió en el Diario Jaén, nuestro compañero Paco Aguilar comentó que bien se merecía un relato. Yo le reté a hacerlo y raudo escribió este relato que sigue a continuación. Jaén tambien es un tema para inspirarse.
Foto: Ideal
El baño de Alí
Cuando Alí entró en la zona fría, un par
de sirvientes se escabulleron con prontitud hacia la zona media o templada;
todo estaba dispuesto para que el señor disfrutara de un merecido desahogo.
¿Quién iba a suponer lo que le esperaba en la última sala?
Durante algo más de diez minutos
permaneció sólo en la estancia, disfrutando de la fría temperatura que producía
el paso del raudal de “El Lagarto” y que provocaba que su fibroso cuerpo se
tensara aún más de lo habitual. Pasó a la habitación templada donde lo esperaba
su secretario Yusuf, con el que por costumbre intercambiaba opiniones acerca de
la vida y gobierno de la ciudad.
Cuando Alí pasó a la cámara cálida,
Yusuf le despidió ceremoniosamente, al tiempo que intercambió una significativa
mirada con Mohamed, el sirviente que preparaba la ropa del amo. El joven
esclavo vaciló antes de realizar su misión; al fin se decidió y mirando a
diestra y siniestra, como para asegurarse de su impunidad, cogió unas toallas de
la alacena lateral. Hoy le pesaban demasiado.
Alí necesitaba como nunca las fuertes
temperaturas de la sala cálida; su conversación con Yusuf, al que había notado
muy nervioso, como ocultándole algo, le había inquietado sobremanera. Se acercó
a las chimeneas de vapor para recibirlo directamente y al instante saltó la
sorpresa.
-¡Mohamed,
Yusuf; ayudadme, me muero. Estoy ardiendo vivo! Gritó desencajado el buen
señor.
Yusuf no acudió; ya se había marchado y
Mohamed estaba inmóvil en el arco de entrada de la habitación, pálido y
demacrado; parecía que era él el que moría y no su señor.
-¡No
te quedes ahí alelado. Ven y ayúdame! Volvió a gritar al borde de la
desesperación Alí.
Mohamed, empapado en sudor y blanco como
el nácar cayó desmayado. Llevaba varios días enfermo y había tratado de ocultarlo.
Alí intentó tranquilizarse, al tiempo
que meditaba cómo sacar la mano de la maldita chimenea que, al entrar en la
sala, había notado atorada.
1 comentario:
Paco, tu relato demuestra que se puede uno inspirar hasta en una noticia para escribir. Y está muy bien, voy tomando nota.
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