jueves, 11 de abril de 2013


UN COMENTARIO APRESURADO

Para el Taller de Narrativa. Nº 7 . Loquepienso, loescriboaquí,
Lema: Las prisas.    

     Fui a pedir cita para el traumatólogo. La sala de espera rebosaba. Había cola para salir. Hacía calor y dejé la puerta entreabierta. Me quedé próximo a ella para estar fresquito y aligerar el tránsito saliente. Tras unos minutos un paciente resopló:
      -“Se va a escapar el gato”.
Comprendí al instante que lo decía por mí y me di por aludido.
      -No he cerrado la puerta para tenerla expedita y  los ya visitados saldrán más deprisa-. Eso es lo que alegué al imprevisible contertulio, pero no lo aprobó. Le dolía la espalda y con el  biruji, que entraba encañonado, más. Cerré sin dilación. - Solo vengo a pedir cita y me voy- le dije, para su tranquilidad.- El calor seco va bien para el dolor. En casa disponemos de una manta eléctrica que ha funcionado bien hasta hace unos días. Su termostato está fabricado en Barcelona y lo repararé-. Esta fue mi expresión para salir del paso.
       - Yo también tengo una, de marca alemana- respondió satisfecho. -Es del tamaño de esta radiografía-  y me la mostró. Su mujer, que estaba sentada junto a él, argumentó sin demora:
       - Cuando en casa se avería algún aparato, mi marido lo compra nuevo sin pensárselo dos veces. Porque si cuesta arreglarlo 20 y nuevo vale 40, no merece correr riesgos y perder el tiempo dos veces.
Yo le dije que sí lo merecía. Y secundé:
       - En una ocasión, en Tarragona, se nos estropeó el cierre de la puerta de la  lavadora. Lo sustituí fácilmente por otro nuevo y siguió funcionando bien durante varios años. Me costó solo doscientas pesetas.
  - Entonces fue por eso de la pela, ¿no? – me interpeló él.
  -¡Hombre, claro!- y deslicé el dedo índice sobre el pulgar, varias veces, indicando así el ahorro de dinero.

La enfermera me llamó para concertar la cita. Y cuando ya me iba, esta le dijo a mi interlocutor que el médico le esperaba. Pero antes de entrar a la consulta, y de repente, se volvió hacia mí,  y me preguntó resuelto:
       - ¿Nació usted en Cataluña?
Todos los asistentes se volvieron hacia mí un poco extrañados.
  - ¡No! ¿Se me nota?  Yo soy extremeño.
  - ¡Ah! Es que usted ha estado contándome anécdotas de esa región y ya estaba harto.
He roto radicalmente con ellos; no los trago.
   - Bueno, hombre, tampoco es para tanto- susurré.
   -¡No quiero seguir la conversación! Por cierto, el champán de Badajoz está buenísimo y es barato. A 1.80 euros la botella.
    - Muy bueno, sí-. Le reconocí, alejándome, pues se la hacía tarde.
Pensé que algo desagradable le ocurrió en esa región y por eso manifestó sus sentimientos sin ningún reparo.
 - Adiós.¡Y que se mejore usted!- dije.

Acto seguido salí, y esta vez dejé la puerta bien “tancada”.

 (Jaén, a 3 de diciembre de 2012)



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