¿POR QUÉ ESCRIBO?
Un folio en
blanco, un bolígrafo en la mano. Y… ¿Ahora qué? Una situación agradable,
dolorosa o desesperante, depende del día.
¿Por qué lo hago? Nunca lo he pensado, cómo tampoco me
planteo por qué a veces sonrío sin motivo o me inundo de tristeza sin un por
qué. Sé que fluyen los pensamientos, se agolpan en mi cabeza, se empujan, van
muy deprisa. No pienso, sólo presto mi mano a todo aquello que dentro de mi
lucha por salir atropelladamente.
¿Por qué
escribo? Porque mi dolor se diluye entre las líneas del papel, mi alegría se
afianza con los trazos, el olvidado toma forma, los detalles insignificantes se
hacen grandes. Porque la fuerza de la palabra escrita es superior a cuando
hablamos. Porque mi mirada sobre el mundo es distinta y quiero que los demás la
descubran.
Escribo
porque lo necesito. Dentro de mí, algo que no se describir, me empuja a
hacerlo. Y si no lo escucho, comienza a girar un carrusel dentro de mi cabeza y
su música es cada vez más fuerte. Danza el hombre que está sentado sólo en la
parada del autobús y no coge ninguno; los niños que cantan y hablan sin
necesitar que alguien los escuche; la tristeza que me ha compartido un amigo,
las flores que piso sin ver, las hojas que me acarician cuando se desprenden
despacio del árbol que les dio la vida, la dureza en la mirada del que pasa
junto a mí en el paso de peatones, los silencios de los mayores, mis anhelos,
mis fracasos.
Todos bailan
frenéticamente, sin control. La música cada vez más fuerte, más fuerte… ¡quiero
detenerla! Sólo lo consigo cuando mi mano coge el bolígrafo y mis ojos miran el
papel. Y comienzan a aparecer sílabas, luego palabras, frases que yo no he
decidido escribir. Al terminar lo leo todo y descubro al desconocido. Alguien
del carrusel, él que tenía más fuerza, ha conseguido salir. Los demás callan,
descansan y esperan una nueva oportunidad.
Escribo para
contar todo lo que no me atrevo a decir de palabra a los que están cerca o
lejos de mí. Para que los trazos que se deslizan en el papel a través de mi mano,
me ayuden a comprenderme un poco mejor, a entender el mundo por el que discurre
mi vida. A inventar historias que tengan corazón y sentimientos.
Creo que escribo para ser un poco más feliz.
Alicia Hortelano.
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