miércoles, 26 de septiembre de 2012

La pasión





La pasión iba sentada en el autobús, tenía forma de hombre recién duchado. La miraba  sin ningún disimulo como cada mañana camino del trabajo. Dos meses ya desde que se vieran por primera vez. Le cedió el asiento con suma amabilidad y ella le dio las gracias con una sonrisa de sueño todavía.
Desde entonces no faltaba el saludo mañanero ni el roce al pasar buscando los asientos que quedaban libres, cerca o lejos uno de otro, pero casi siempre a la vista. Pensaba mucho en él, e incluso tenía fantasías sexuales que no se habría atrevido a contar a nadie.
Era un hombre muy interesante, le calculaba unos 40 años, moreno con algunas canas y un perfume que la dejaba medio lela. Por su atuendo traje y corbata, deducía que trabajaba en alguna oficina o en un banco, o era comercial, le dio por inventarse su vida, pensó que era un casado cansado de estarlo y que su mujer no le satisfacía sexualmente. Incluso le inventó un nombre, así es que sería Javier.
Día a día la pasión fue creciendo hasta doler, sus miradas la desnudaban, y debajo de la ropa los pechos erguidos de la mujer clamaban sus caricias. Observaba  cada gesto cuando creía que no se daba cuenta, las manos bien cuidadas eran una locura, y la boca carnosa, y su todo.
Ahora, 69 días después están juntos. La cama como un campo de batalla es el testigo de una tarde de pasión, su cuerpo hace un rato fue de él sin condiciones, sigue siendo suyo porque nadie como él ha conseguido que despertaran las palomas dormidas de sus manos, como ha conseguido que la flor escondida de su cuerpo se abriera después de tanta soledad.

Nadie como él ha conseguido que una tarde parezca un paisaje donde perderse sin querer encontrar la salida. Cansada y calmada, le apetece cerrar los ojos abrazada a su pecho y pronunciar la palabra felicidad.

2 comentarios:

Encarni dijo...

Ana te echamos de menos, y lo sabes, pero como has cumplido te lo vamos a perdonar :) porque nos has puesto la pasión como principio para amar.

Un abrazo, guapa.

San dijo...

Asi nace la pasión, como un no querer queriendo, se abre paso y arrasa todo lo que encuentra.
Muy bien escrito señora Ana.
Un abrazo.