08/10/2012
¡AY, MARIANO!
Titina
y Mariano se encontraban, por fin, ante el altar, después de ocho castos años
de noviazgo.
Titina
radiante, jugueteaba nerviosa con el ramo de capullos y nardos y miraba con
ternura, casi maternal, a Mariano quien con su elegante traje “Príncipe de
Gales” se estiraba todo lo que daba de sí para disimular su corta estatura.
A
la vuelta de un espléndido viaje de novios en Canarias, Titina no tardó en
pasar por la Parroquia.
-Buenos
días, padre. Quisiera confesarme. Saludó visiblemente azorada.
-¿Ya
estáis de vuelta? Ve para el confesionario, enseguida estoy contigo. Le
respondió el capellán que desde pequeña la había dirigido espiritualmente.
-Ave
María Purísima.
-Sin
pecado concebida. Dime, hija, te escucho.
-Padre,
me acuso de que engaño a mi marido; pero le juro que lo quiero más que a nada
en el mundo. Soltó entre sollozos la recién casada.
-Titina,
por Dios. Pero, ¿qué dices? Y, ¿desde cuándo es eso?
-Desde
la misma noche de bodas.
-¡Sin
haber consumado el matrimonio y ya le has engañado!
-No,
padre, precisamente fue a raíz de consumarlo. Le explico.
-Sí,
explícate, porque me va a dar algo; pero, espera voy a por un vaso de agua.
¿Quieres otro?
-No
hace falta. Me bebo mis lágrimas.
…
-¿Puedo
continuar? Usted sabe que mi Mariano es muy poquita cosa. En todo padre, en
todo. Y desde esa noche no puedo evitar, al acostarme, pensar en esos galanes
de cine. Tan altos, tan apuestos, tan fuertes, tan guapos. Pero yo quiero mucho
a mi Mariano, aunque ellos…
-Pero,
Titina, entonces, ¿nadie te ha puesto las manos encima?
-¡Pues
claro que no, padre, por quién me toma!
-Entonces,
Mariano, ¿cumple?
-Cumplir,
cumple, padre; eso, cumple. Pero los artistas, tan altos, tan fuertes…
-Hija,
tienes que tener presente, siempre, que la cantidad no es lo más importante. El
amor es lo que importa. Arrepiéntete y ten un firme propósito de enmienda y al
acostarte, lávate bien con agua fría. Y ahora ve y reza un rosario.
-Gracias
padre. Rezaré un padrenuestro y un avemaría.
-No
hija. Te he dicho un rosario.
-Es
que como antes ha dicho que la cantidad no importa…
Y
Titina salió reconfortada hacia su casa, en espera de que llegara la noche para
ducharse; con agua fría.
2 comentarios:
Pobre titinam ella queria a su marido, pero la traiciona el subconsciente. Un abrazo
Un relato muy gracioso Paco. A mi me gustó mucho la forma en la que está desarrollado.
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