Feria, caseta repleta, aparece pintoresco,
guitarra en mano, pañuelo de seda al cuello y cantando a compás, no necesita
amplificadores. Dos ambientes, uno enseña su vida, el resto su alegría.
En un gesto, en lo que dura una duda,
ella se descalza y baila frente a frente, misterio del duende, del vino de San
Lucas, del humilde jamón ibérico de bellota, de las gambas de Huelva, de unos
chopitos con limón y un pan de ojitos verdes como el aceite que lo
acompaña... qué te voy a contar si ya no
importaba ná.
Fue un arte beber vino con tantos farolillos, ruidos de
coches locos, tómbolas que sortean la felicidad en un boleto, reclamos de todas
partes, ramilletes de globos de colores, algodones de azúcar, el coche de los toros anunciando la corrida, ilusión, que de manera envolvente, va creando lo efímero mezclado con almendras
garrapiñadas.
Paseo de la mano por los límites
del amanecer, hablando de todo, hasta de lo que duele. Buscamos en el cielo la
Osa Menor, y ya en su carro, abrigados con la manta, preguntó dónde íbamos. No
sé, cómo que a dónde, que nos lleve a Egipto, tocar el pico de sus pirámides,
acariciar el Nilo, traer un puñado de arena… descifrar todo lo que no entiendo,
esperar a palabras nuevas porque sin ellas no podrá decirse lo que falta.
El aire echaba chispas como la
fragua del herrero cada vez que .... y, preguntó tu horóscopo, se puede ser más feliz, pero no mucho más.
Unos churros y una nariz pintada
de chocolate caliente, así te tatué en mi alma.
3 comentarios:
Que bonito, cuanto amor, que dure siempre, un abrazo
Me gusta lo que escribes, pasaré a visitarte. Un cordial saludo.
Mira tú, todo lo que pasa en la feria. Me alegro de haberla vistado contigo desde aquí, te ha quedado un bonito relato.
Te echamos de menos, ya lo sabes.
Publicar un comentario