martes, 24 de enero de 2012

El regalo



Serían  las once, o tal vez las once y media del seis de enero de dos mil doce, cuando al salir del ascensor (como es mi costumbre tanto si salgo como si entro ) miré a través de la raja del buzón, y vi algo no identificable. Abrí  la puerta con el nerviosismo que me caracteriza, me senté en   la mesa y empecé a observar el paquete  más o menos  del tamaño de un CD envuelto en su papel de regalo,  su lazo rizado  con tal delicadeza, que di por hecho que se trataba del regalo prometido por Raquel, una semana antes. Le di varias vueltas, no exagero si  digo que el contenido carecía de importancia en ese momento; para mi, el envoltorio en sí era ya  una belleza, tenía  la certeza que el contenido no podría igualarle. Pero claro, no podía quedarme allí como un gilipollas observando el precioso paquetito. He olvidado mencionar que el paquete  tenía mi  nombre y mi dirección  correctos, pero carecía de remitente, lo cual me daba  más pereza abrirlo.

Pero yo tenía ganas de salir a la calle, quería ver a los niños con sus regalos,  verles esas caras de felicidad, incomparable a la de cualquier ser humano.  Tenía que decidirme y romper aquel bello envoltorio y ver mi regalo, que hasta ese momento estaba convencido que me lo enviaba mi amiga Raquel. Con sumo cuidado, fui desenlazando aquel envoltorio, y paso a leer la carta  que allí encontré.

    "Ante todo mis más sinceras disculpas, por el atrevimiento, de dirigirme sin conocerlo siquiera, soy Senegalés, como podría ser Rumano, o magrebí; la nacionalidad carece de importancia y una noche buscando en los cubos de basura vi su dirección y algunos papeles bonitos, los cuales no recuerdo haber visto, y me tomé la libertad de escribirle unas letras; porque se escribir en español como puede usted leer, y enviársela como regalo de estas fiestas que  ustedes celebran, las cuales respeto, pero, no puedo concebir que habiendo tanto negro inmigrante pongan a una mujer en el lugar del rey Baltasar, y con la cara  'tizná'. ¿No le parece ridículo y fuera de lugar? ¿No le parece también incompresible que construyan un tren y no lo pongan a funcionar? ¿ No le parece poco humano ese comportamiento? A mi no me cabe en la cabeza ciertas decisiones, no se quién es usted, ni pretendo llamarlo al orden, pues no tengo la verdad, pero como ser humano pienso, y pienso en las diferencias que exiten entre las distintas nacionalidades llamadas progresistas. ¿Dónde está ese programa Europeo que hace aguas por doquier?

3 comentarios:

tomas dijo...

esto es una prueba

Cristina Piñar dijo...

Pues para ser prueba ha quedado muy bien, Tomás, ya veo que vas aprendiendo de estas cosas y me alegro. Por cierto, el texto genial. Nos vemos el día 8, ¡a ver con que nos sorprendes entonces!

Encarni dijo...

Dentro de poco te vemos dominando la informática como los relatos, jeje.
Y lo que estamos aprendiendo todos? Eso no tiene precio. A por el siguiente tema, que tú puedes.