viernes, 27 de julio de 2012

Aromas de vida



Ay que olor más rico



¡Ay que olor más rico!, recuerdo que en las tardes de verano cuando había tormentas , mi madre no me dejaba salir a la calle para jugar con mis amigas. Vivíamos entonces en el pueblo, donde olía a pan recién hecho por las mañanas y a los jazmines del jardín. Cuando llovía, nos reclutaba en casa a mis hermanos y a mí para que no nos constipáramos. A través de la ventana de mi habitación contemplaba el paisaje mientras las gotas de agua salpicaban los cristales. Leía, escribía mis primeros desengaños amorosos, mis primeros poemas, y sobre todo soñaba con cosas que nunca se han cumplido.
Dolores del alma aparte, me embriagué de aromas que nunca he olvidado porque formaron parte de mi  infancia y adolescencia, olores que me acompañaron en cada devenir y en cada sentimiento.
Si tengo que elegir uno, me quedo con el olor a tierra mojada, porque me parece pura vida, la naturaleza en su estado más auténtico, y cada vez que puedo aspirar este maravilloso olor, vuelvo atrás en el tiempo y en mis recuerdos y me digo ¡Ay que olor más rico!.

4 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Es un olor delicioso y no puedes imaginar como agradece la tierra el agua en tiempo de tormenta.
Creo que es un olor que todos reconocemos y amamos.

Anónimo dijo...

Querida Ana, como siempre genial, esta vez breve pero con un aroma riquísimo.

Tu amigo Jose.

San dijo...

Olor a tierra mojada, !que olor tan rico!, dices bien, es olor a vida.
Hermoso Ana.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Se puede sentir de una forma viva todo lo que expresas en este relato. Al leerlo, sale de correndilla, como si hubiera sucedido hace un instante. Me gusta.
Cristóbal