miércoles, 18 de julio de 2012

Córdoba


Ya hace un mes: Córdoba,  ¿eres tú la que paseates  por nuestras almas?

INTRODUCCIÓN

Cada día se parecía más a su sueño a fuerza de tanto soñarlo: Viajar, hacer una tortilla de patatas, una buena película y escribir. Mirándolo así tampoco parece demasiado.

Hizo las maletas y se fue a Córdoba. La receta de papas y lo de escribir, tenía el presentimiento de conseguirlo.

Luego, imaginaba que cuando se despertara al día siguiente, en la cama del hotel, se quedaría mirando fijamente la primera luz que entrara por la ventana, la que siempre es verde, la que habla regalando claridades y secretos. Detendría ese instante y pediría al servicio de habitaciones que subieran unos cafetitos con churros de patata.……con ella.

Escucharía, “Solamente Tú”, de Pablo Alborán, haría Tai Chi y si hay suerte escribiría un poema, aunque se me abra otra vez la herida.  

Capítulo 1

Ya estamos en el tren, pocos pasajeros, cinco, seis. Las siete y media de la mañana, los estómagos todavía durmiendo, roncan de vez en cuando, obligándote a toser para disimular el gruñido.

Tan temprano, alquien cuenta retazos de su vida, no puede callar:

-Me voy a Canarias. Me ha dejado. Sóla y pobre me ha dejado, -decía mientras miraba su maleta roja grande .Pero soy machadiana y lorquiana, eso me salva, eso y mis versos.

Yo la escuchaba emocionado mientras miraba por la ventana, llena de olivos; todos atentos a lo que sucedía.

Tin, ton, tin… próxima parada…

Es bonito viajar en tren, el traqueteo del media distancia te ayuda a pensar.

 Nosotros nos bajamos en Córdoba. Cristina, Encarni y yo. Parecíamos tres escritores en plena generación de la crisis.

Íbamos diciendo, un taxi, no. Mejor el autobús, es más bohemio, más social… más literario.

Y así fue. En el trayecto hablé con un cordobés, mayor. Me preguntó de dónde veníamos, al decirle de Jaén, revivió sus viajes. Qué rápido pasan las vidas.

Llegamos a un parque, las palmeras nos recordaron al Califato Independiente, recreación de oriente en occidente.

Capítulo 2

Escribir tiene algo de magia, de abra cadabra, de lo ves, pues ya no está. Por eso cómo voy a poder decir lo que en la puerta del Hotel Califa…, no, no sabría. Tenía el aroma de lo que es real y a la vez… onírico. Conforme me iba encontrando con cada uno de vosotros era como si ya os conociera.

El ir escuchando vuestra voz, me decía sí, sí, los conozco.

Capítulo 3

 Rosa roja de puntillo, Góngora de bronce, oro de aceite en media tostá que alimenta la ilusión de un sueño esperado. Alfredo que invita.

 Paseo entre Guadalquivires, san Rafaeles, amistad, mezquitas, catedrales, sinagogas, plazoletas que no existen. Sólo aquí tendrás  callejones del ancho de un pañuelo de mujer cordobesa, la misma  de Julio Romero de Torres, que aparece en el cuadro “Naranjas y limones”, con sus naranjas de mesa y sus dos limones de zumo.

Madera, cal, silla de enea. Geranios que si no se arrancan a bailar por bulerías, no es por falta de ganas. Arco iris con los rumores de unos nombres, patios de cuento; regalo de los que escriben, abanicos de Toñi… poesía que aparece y se insinúa. Notas que se llevan para siempre, aparecerán en escritos futuros, en música pendiente de escuchar.

Risas, isomnios que se combaten a fuerza de anuncios de teletienda:  almohadas mágicaskansu,  cortadoras de verduras, de patatas que te harán vivir la vida, y no como hasta ahora. Plumeros mágicos que atrapan el polvo con solo desenfundarlos. Basta ya de limpiar inútilmente. Pierda esos kilos que le sobran, nuestra cinta vibradora, lo hará sin que usted se dé cuenta. El problema fue que la programó mal, y la cinta lo estrelló contra la pared, mientras lo liaba como si fuera una cocreta.

Capítulo 4

 Chelo inicia la búsqueda de sombreros de paja que protejan de un sol de sábado, equívocos de tiendas donde los vendían.

El mismo Séneca  recibe al entrar en la judería, no nos dejó detenernos: Seguid a Carlos, a mí me leeréis más adelante.

Vestido de lunares, ojos que posan, alegría de una mirada. Encarni,  fija su mirada en los detalles y se los pasa a la cámara.


¿Encontrarás la canción que te envuelva en aire azul?

Se te irá el santo al cielo con sólo revivir, lo que ya fue. En la puerta de San Bartolomé, el mudéjar, guitarra y poesía que se recita con el alma y que al alma llega. Entonces sólo entonces podrás entender que un 16 de Junio, en Córdoba, tenga frío si no te veo sonreir.

Ahora no sé qué tecla del piano tendría que tocar para no mencionarte.

Capítulo 5

Con las fuerzas justas para sostener un vaso de cerveza, llegamos al restaurante. Nos sentamos a la mesa preparada, aire acondicionado, cerveza tan fría que se te saltaban las lágrimas. Parada en el camino.

A mi izquierda, Toñi. No tardé en hablarle de recetas, por si me quería contar los secretos de la mejor tortilla de papas del mundo, del salmorejo…; grabé cada ingrediente, cada cantidad, cada tiempo, cada consejo, lo que admita.

Saboreé un flamenquín, unas aceitunas, unas almendras, un jamoncillo, un quesillo curao de oveja.

Buscaba una palabra para ese momento. No te quedes con las ganas. Grítalo, pero no me atreví ¡¡¡Vivan Los Novios!!!

 Me contuve y mirando fijamente el pimiento rojo de una aceituna rellena, me dí cuenta de que la esencia era la del Homenaje, la admiración:

 a la amistad, la cultura, el arte, al  encuadrar una fotografía, las personas, la fugacidad de la vida, la intensidad de una palabra, las dificultades, las dudas, la convivencia,  el respeto, Córdoba.

A mi derecha estaba sentada María José. La acababa de conocer y ya quería saber si  no parecía una ilusión querer escribir más de dos folios. Lo que no podía imaginar, es que me dijera que llevaba escritas varias novelas.

Ahí se me acabó la conversación.

Le dí un tiento largo, muy largo  a una copa de vino fino, Montilla Moriles, en sus justos diecisiete grados luego le dí otro más corto. Lo agradecí, generosamente porque en ese momento, como un flás, ví pintado en las paredes una cita “cada día nos  paremos más a nuestro sueño a fuerza de tanto soñarlo: Viajar, hacer una tortilla de patatas... escribir”.

Volví la mirada a María José, la miré  como el que quiere copiar en un examen, porque sabe que va a suspender.

Ella se dio cuenta. Así es la literatura, ni más ni menos; como nosotros. Date tu tiempo…


Capítulo 6

En la sobremesa, los brindis, los detalles de los organizadores, las frases escritas dedicadas a cada uno.

 Luego en la noche paseando con vestido blanco y acento de Uruguay. Prosa, poesía, silencios, música, miradas, cuentos, relatos. Deja que siga diciendo, mirándote, recitando.

 Columnas romanas del Ayuntamiento, sultana y mora en su medina, cristiana en su Cristo de los Faroles.

Castaños de indias, tilos, olmos, agua, si yo hubiera sabido de este sitio, te hubiera traído antes.

Césped que se hace más verde cuanto más lo miras.

Qué clase de tinta invisible tatúa lo que nadie puede contemplar si no tiene tu permiso.


Así terminamos en una plaza, Tendillas, unas mesas, unas copas, restos del naufragio flamenco que por aquí pasó. Unas risas. Dónde miramos si todo es Córdoba, si toda eres tú,  madrugá celosa, que se pinta de carmín.


Fuimos felices, nos nacieron alitas de colores y no nos dimos cuenta. Sólo al recordar, antes de dormir, veremos esos momentos. Porque no hay nada que una  más que la libertad.

Mañana de nuevo saldrá el sol de tus palabras y de tu forma de reír, eres tú, tan tú que no te extraño.

Gracias a todos los jueveros  que cuidaron hasta el último de los detalles.


¡Ea!, esperemos que cuando le toque el turno a Jaén, el Parador del Castillo de Santa Catalina, nos regale un cielo lleno de palabras tan luminosas como el vinillo del Gorrión.

Un abrazo a todos.

9 comentarios:

San dijo...

Recordar de esta manera Jose Miguel es quedarme sin palabras.
Si los jueveros llegan hasta nuestro parador, le estaremos esperando con los brazos abiertos y por supuesto con un vinillo del Gorrión.
Un abrazo.

Matices dijo...

Buenas, Jose Antonio! que personal y bonito tu relato, me has trasladado a momentos que viví en cierta manera parecidos, pero tu le has dado un halo especial...
Me alegra verte por aquí, te fiché el otro día, pero he andado muy liada...
No te digo bienvenido porque ya eras juevero desde ese dieciséis de junio... tan solo te esperábamos.

Besos!!

Maria Jose Moreno dijo...

jajaja...pues no sabia yo que te habías quedado tan impresionado, pero si creo que te dije que eso no tenia mérito ninguno, que escribir novelas no era mas que ponerse...bueno me encaró leer tu sentida crónica porque me he sentido muy cerquita de ti. Un beso

rosa_desastre dijo...

Mientras te leo, he oido la musica de tus palabras, he mezclado los acentos, las risas, he notado los sabores de todos los instantes, el calor de todas las cosas que no eran el sol, has mezclado colores, aromas, historia...
Jose Miguel, pintor de sensaciones, fue un placer compartir las horas contigo.
Un beso

Anónimo dijo...

Gracias José Miguel por esta entrada, por esa visión tan personal, casi onírica, tan bella de esos días vividos en Córdoba, gracias como juevero y como cordobés, por mostrarnos las sensaciones que ambas cosas despertaron en tí.
Coincido con Matices en que, desde ese no tan lejano 16 de Junio, eres un juevero más, o al menos así lo sentimos.
Un abrazo.

Manuel dijo...

Preciosa y musical forma de rememorar las sensaciones.
Un abrazo

Lupe dijo...

Hola José Miguel.

Acabo de leer que andabas por aquí y, a pesar de que se me ha hecho tardísimo, he querido acudir a leerte. He disfrutado entre tus letras, recordando, volviendo a sentir alguno de los estupendos ratos que tuvimos la suerte de compartir por tierras cordobesas. Estoy deseando que mañana, Vicente venga a leerte. Ahora duerme como un bendito. ¿Sabes? fuiste un gran descubrimiento para nosotros y rara es la noche que no te nombramos viendo los anuncios esos de madrugada de la tele. ¡Anda que no nos reímos!
Has hecho una crónica preciosa. Crónica que invita a paladear un próximo encuentro. Espero que no se demore y que podamos compartir de nuevo una horas de vida.

Ha sido una alegría leerte, como lo fue el conocerte.

Un abrazo.

Lupe

casss dijo...

Grandioso, onírico, si no lo hubieras escrito, faltaría un poco de alegría y emoción en los recuerdos que sembró Córdoba.

"Fuimos felices, nos nacieron alitas de colores y no nos dimos cuenta. "

Por suerte, después de leerte tomé conciencia de que basta la alegría para que nos crezcan alas, y volar... volar....volarrrr

Besos, amigo juevero. No dejes de compartir los folios que dibujas, todos nos hacemos falta.

Anónimo dijo...

No hay empresa que pague mejor que vuestros escritos, ni más rápido. A veces una brújula que lleva a donde quiere, es el mejor de los caminos que pensabámos conocer de memoria y no deja de sorprender.

Por otra parte estoy de acuerdo, totalmente de acuerdo.

Un abrazo,

José Miguel.