lunes, 4 de febrero de 2013

Luz de melocotón


Luz de melocotón

Estaba enfocando con su cámara, contenía el aliento, todo parecía encuadrado con las referencias de los cuatro puntos, las proporciones áureas, el fondo ideal, la historia estaba casi, y pasó ella.

El alma se hizo museo, los árboles, músicos; ya había pasado un año.

Se fue detrás, como ochío que busca su onza de chocolate, la Pastira, la de siempre. Impulso que daba aliento, no soñaba. Qué sería el nacer o el morir, que cantar o callar, qué leer o escribir, estar contigo o fingir …

Una hoja baila con una bolsa de gusanitos, abandonados al aire que los sostiene. Serán pocos instante, los justos para que todo se haga infinito. Ahora podrán separarlos, ponerlos en papeleras diferentes, ser arrastrados por la vida, pero aquello, mientras sonreías no lo cambio.

Así estuvimos, y con ese reflejo de felicidad que aparece no se sabe cómo, cuando unas miradillas que se cruzan vuelan juntas al inmenso cielo arrebolado de proyectos, ser lo que a veces sólo intuimos… atrevámonos; te pedí fuego, sin nada que encender.

Al buscar en tu bolso el mechero, tu gesto me llevó a la página 312, la que anoche leí.

Viajé a cada palabra, a la misma luz de melocotón y allí, donde cada lugar necesitaría vida y media para disfrutarlo, sentados en la arena de un desierto, estábamos los dos, entrelazadas las manos con una naranja de mesa. El resto lo sabes tú.

2 comentarios:

San dijo...

Hoy leido, con la música de fondo que buscaste para acompañarlo, ha sido todo un disfrute.
Un abrazo.

Encarni dijo...

Un estupendo texto, poético como todo lo que ultimamente escribes.

Un abrazo