martes, 2 de abril de 2013

Chispeando



Lo que digo y digo siempre es que cuando llega la primavera, el mundo vuelve; niño que en un instante descubre con asombro el jardín repleto de ilusiones, columpios, toboganes.

Por vez primera; una flor lo mira, lo contempla, lo aprende, lo espera, lo llama, le manda su aliento, suspira. Y respirando el suspiro se hacen uno. 

Todo a partir de ahora serán besos … que se sueñan. 

Empieza a chispear, suele ocurrir, qué cosa que merezca la pena no chispea.

Luego vinieron lunas que se pintan un lunar, cada trozo de cielo se irá haciendo cinesín.

Desde la ventana de los tristes, por no tenerla entre sus brazos, recordará el bizcocho de naranja, sefardí, velo blanco, agua de azahar que inventa su nombre y lo repetirás cantando. 

Flamenco que retiene el aliento herido por un parpadeo. Quién te podrá curar.

¡Ay, cantaor, cantaor que se enamora de la primavera, no vayas a beber agua de la Fuente de los Albaricoques!

Como un martillo que golpea sobre el yunque son los días que no te veo… pa qué voy a seguir, si ya no duermo como antes, ni como roscos de vino.

Cuando me preguntan por qué, sólo digo que un día de estos yo me voy a la eterna Triana, en su madrugá llena de abriles y mayos te espero, no me faltes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Elogioso canto a la noche, a la luna, por los campos y jardines de la tierra y de la vida. Alegría y realidad solvente, actividad entusiástica y ... agua en la fuentes maravillosas.
Un saludo.
Ces