martes, 13 de noviembre de 2012

En fuera de juego





Los muchachos estaban en la barra de la caseta municipal; en el ambiente se dejaba notar que era el día grande de la feria. Todos, jóvenes y menos jóvenes, lucían sus mejores galas a la espera de la actuación principal de este año.
Luis, Roberto y Fredy bromeaban mientras acababan sus botellines de cerveza. Sus miradas revoloteaban sobre las muchachas que coquetas paseaban ante ellos haciendo como que no se habían percatado de su existencia.
La orquesta mezclaba los ritmos más modernos, twist, mambo, foxtrot, con los clásicos y típicos pasodobles y valses. La música era para bailar y ambientar sin machacar las conversaciones de los múltiples grupos que se iban formando frente al escenario, anhelando el comienzo de la actuación del cantante de moda.
En esto, una pareja se acomoda en la barra, junto a nuestros amigos. Él se acodó en el mostrador, con unos elegantes zapatos marrones y blancos, pantalones beige de pinzas y jersey polo (Lacoste, por descontado) a juego, de espaldas a Luis. Ella, con unas manoletinas rosas, un vestido, blanco con flores de idéntico color que las manoletinas y de amplia falda; el pelo recogido con dos brillantes pasadores sobre las orejas y unos ojos como el mar del Caribe en los que inevitablemente quieres zambullirte.
Fredy golpeó con su codo las costillas de Roberto con tanto ahínco que casi se las parte.
Roberto, desafiante y seguro de sí mismo, miró con descaro el amplio escote que lucía Ella.
-¿Y usted qué mira? Soltó Ella cogiendo a su pareja con fuerza de la mano y dando un paso hacia delante.
Roberto, en fracciones de segundo, tragó saliva, se sonrojó y palideció alternativamente, mientras que Luis y Fredy se colocaban tras su amigo, más para protegerse que para apoyarlo. ¡Lo habían pillado!
Y Roberto sin apartar la vista de su objetivo, respondió:
-Lo que usted me enseña, señorita.

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