lunes, 26 de noviembre de 2012

Tomando medidas



Nada más abrir la puerta de casa, pisó algo que la hizo resbalar, era un folio escrito en el suelo.
Se agachó para leerlo extrañada pensando que podría tratarse de la nota de algún vecino.
Con letras grandes que no le eran del todo desconocidas, alguien le decía que estaba tomando medidas.
-Estoy tomando medidas, prepárate-




No tenía ni la más remota idea de lo que se trataba  ni  de quien era el remitente de aquella misiva, pero esas letras le dieron qué pensar y casi no pudo dormir aquella noche ni las siguientes. A este suceso siguió el de las llamadas telefónicas con número oculto, y fue cuando empezó a asustarse. Lo comentó con una amiga que le aconsejó denunciarlo ante la policía, pero decidió esperar un poco más hasta ver qué pasaba.
Recapituló su vida en el pasado, sus amistades, sus juergas, y no encontraba respuesta alguna a sus preguntas llenas de miedo. Era cierto que cuando era más joven cometió algunos errores, era un poco loca y casquivana, pero no recordaba haber hecho daño a nadie, sin embargo esa letra...
Un noche en la cochera del edificio donde vivía, alguien la agarró del brazo cuando salía de su automóvil y se revolvió asustada, ¿te acuerdas de mí? le dijo, ella le miró intentando encontrar en su memoria la imagen y la voz de aquél hombre, y sí, era Adrián con diez años más encima, pero no asoció la nota ni las llamadas con él. Claro, eres Adrián, ¡cuánto tiempo!. 
Sí soy el mismo que la tenía muy pequeña y te reías de ella, por eso aquella noche no quisiste acostarte conmigo. De repente se metió la mano en el bolsillo del pantalón, parecía que iba a tocársela, pero sacó una cuerda enrollada que después de un desesperado forcejeo, puso alrededor del cuello de la mujer.


Foto: Ana C.




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