Inteligente, imaginativa y ruidosa. Pisa
fuerte Lola. Sus palabras siempre son dulces y todos ofrece su corazón.
En
las fiestas del barrio se reúne con el grupo de teatro; el coro la espera para
ensayar; los mayores desempolvan sus trajes regionales y bailan orgullosos; los
más jóvenes sacan las máscaras. Todo lo hacen bajo sus auspicios y con
satisfacción.
Antes
de acabar las fiestas, entró un reconocido anciano en el salón y habló delante
del micrófono, dirigiéndose a ella de una forma áspera, desaprensiva e
intransigente. Su soberbia encubierta y su
egocentrismo – le espetó- reducían el criterio personal de los que
siempre colaboraban. Era la primera vez que alguien se le enfrentaba crispado.
A
partir de aquel día, Lola ya no fue la misma. Ya no habría sugerencias ni
mandatos. Comprendió que la gente tenía
que ser independiente a la hora de tomar sus decisiones.
1 comentario:
Que palo, creía que Lola era fantástica y al final era una tirana. Me he quedado muy triste.
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