sábado, 10 de noviembre de 2012

ESPECIE PROTEGIDA



Todos contemplaban asombrados, desde la lejanía, cómo aquel soldado acariciaba a los buitres mientras desgarraban los trozos de carne que les había arrojado desde las almenas. Montaban el jolgorio concertado como un ritual.
Nunca le atacaron porque conocían perfectamente a su bienhechor. Desde su infancia, durante los fines de semana, ayudaba a su padre en su alimentación. En aquella época eran ya una especie protegida.

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