jueves, 18 de octubre de 2012

¡Ay, Mariano!




 

08/10/2012
¡AY, MARIANO!
Titina y Mariano se encontraban, por fin, ante el altar, después de ocho castos años de noviazgo.
Titina radiante, jugueteaba nerviosa con el ramo de capullos y nardos y miraba con ternura, casi maternal, a Mariano quien con su elegante traje “Príncipe de Gales” se estiraba todo lo que daba de sí para disimular su corta estatura.
A la vuelta de un espléndido viaje de novios en Canarias, Titina no tardó en pasar por la Parroquia.
-Buenos días, padre. Quisiera confesarme. Saludó visiblemente azorada.
-¿Ya estáis de vuelta? Ve para el confesionario, enseguida estoy contigo. Le respondió el capellán que desde pequeña la había dirigido espiritualmente.
-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida. Dime, hija, te escucho.
-Padre, me acuso de que engaño a mi marido; pero le juro que lo quiero más que a nada en el mundo. Soltó entre sollozos la recién casada.
-Titina, por Dios. Pero, ¿qué dices? Y, ¿desde cuándo es eso?
-Desde la misma noche de bodas.
-¡Sin haber consumado el matrimonio y ya le has engañado!
-No, padre, precisamente fue a raíz de consumarlo. Le explico.
-Sí, explícate, porque me va a dar algo; pero, espera voy a por un vaso de agua. ¿Quieres otro?
-No hace falta. Me bebo mis lágrimas.
-¿Puedo continuar? Usted sabe que mi Mariano es muy poquita cosa. En todo padre, en todo. Y desde esa noche no puedo evitar, al acostarme, pensar en esos galanes de cine. Tan altos, tan apuestos, tan fuertes, tan guapos. Pero yo quiero mucho a mi Mariano, aunque ellos…
-Pero, Titina, entonces, ¿nadie te ha puesto las manos encima?
-¡Pues claro que no, padre, por quién me toma!
-Entonces, Mariano, ¿cumple?
-Cumplir, cumple, padre; eso, cumple. Pero los artistas, tan altos, tan fuertes…
-Hija, tienes que tener presente, siempre, que la cantidad no es lo más importante. El amor es lo que importa. Arrepiéntete y ten un firme propósito de enmienda y al acostarte, lávate bien con agua fría. Y ahora ve y reza un rosario.
-Gracias padre. Rezaré un padrenuestro y un avemaría.
-No hija. Te he dicho un rosario.
-Es que como antes ha dicho que la cantidad no importa…
Y Titina salió reconfortada hacia su casa, en espera de que llegara la noche para ducharse; con agua fría.


2 comentarios:

chus dijo...

Pobre titinam ella queria a su marido, pero la traiciona el subconsciente. Un abrazo

Encarni dijo...

Un relato muy gracioso Paco. A mi me gustó mucho la forma en la que está desarrollado.