Foto sacada de internet
ME OBSERVO EN LA SUPERFICIE DE UN CRISTAL
ME OBSERVO EN LA SUPERFICIE DE UN CRISTAL
¿Qué me queda cuando
abandono la carne? Cuando miro mis ojos, con mis propios ojos, cuando
hago del espejo un yo cara a cara, la mujer que se mira a sí misma
de frente por primera vez en toda la historia de la humanidad.
Si somos incapaces de
ver nuestro propio rostro sin ayuda, ¿cómo alcanzaremos nunca a
saber, siquiera, quiénes somos? Más allá del nombre de pila. De
dónde venimos, si descendemos del vientre de la Eva que le hacía el
amor a las manzanas del diablo o si, sin más remedio, no somos más
que la carne que aquella estirpe futura de simios abandonará en la
noche de los tiempos para dominar nuestro mundo, el esqueleto del
mundo que descubrió, dentro de muchos años, Charlton Heston
maldiciendo la guerra.
A juego con el futuro,
yo no voy. No pego. El rosa y el rojo, las líneas y los cuadros. La
perplejidad de quedar fuera, ese complejo de tangente que sólo puede
aspirar a la leve caricia del círculo. El soslayo. Quien puede
desear hacerme, a parte de mi reflejo, lo que yo hago con los demás;
como los sueños y las esferas de luz que cuelgan de un hilo en la
noche, manipular sus ojos para evitar el contagio de la nada, de un
redondel, y de otro, que no miran, que penden sobre mi cabeza, que ya
no dan luz… hay tantos rostros apagados, pero el rostro de quien yo
amo no me ilumina…rá… Nunca.
Fuera. Fuera del juego.
Quise ser reina y me quedé en torre incapaz de cruzar la línea. La
espina de la rosa que nunca tiene el placer de escocerle a nadie. La
musa doliente sobre el ataúd del poeta difunto. Fuera de mí hay un
espejo. Y nunca soy yo el alma que muestra.
1 comentario:
GENIAL CON MAYÚSCULAS.
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